La luz que entra es una exploración íntima del espacio cotidiano como lugar de revelación. No es un diario ni un registro doméstico, sino una búsqueda de aquello que la luz toca sin llegar a revelar por completo: formas, vibraciones, presencias apenas insinuadas que emergen y desaparecen en el umbral entre claridad y penumbra.
Las imágenes no muestran escenas; muestran instantes. La vibración de un destello, un patrón sobre la pared, un rastro de vida en suspensión. Todo ocurre en silencio, en ese intervalo donde la luz entra y convierte lo ordinario en algo que respira distinto.
La manera en que la luz escribe, sin palabras, la memoria mínima de lo que somos y habitamos.
Proyecto en curso
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